Juegos del lenguaje.
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Espejo
inverso de la identidad estudiantil, tras las paredes salesianas.
Dicen
que en la adolescencia todo es diversión e inmadurez pero, ¿esto lo ha dicho un
adolescente?; la máscara de la ilusión es puesta por los jóvenes, dicha máscara
refleja lo que quisieran ser y ocultan su realidad.
Los
jóvenes, en su mayoría, no son la superficialidad que emanan, no son estólidos
e inútiles como la sociedad los tiene previstos, tienen tras de sí una vida que
permanece camuflada a su voluntad, no existe la vida color de rosa.
El
adolescente tiende a necesitar la aceptación en su vínculo social, quiere
demostrar que tiene la madurez suficiente para manejar su vida. Mengíbar (2010)
alega que: “El adolescente se rebela contra la autoridad porque necesita probar
que es un ser humano independiente y no simplemente una extensión de sus
padres”.
Nadie
se encuentra fuera de la “vida real”, esa en la que se tienen problemas de toda
magnitud; los adolescentes se toman el tiempo de estructurar su perfil social
de acuerdo con la vida utópica que quisieran tener, maquillan su realidad, son
maestros del engaño, tal y como lo expresó Sierra (2015): “Quizá es lo que
hacemos todos, inventarnos una vida y ponérnosla por encima. (…) utilizar
varias identidades a lo largo de la vida es un derecho natural del hombre”,
derecho que es usufructuado por los jóvenes, llegando éstos a perder la noción
del yo sin haberla hallado.
Crean
las defensas necesarias para adaptarse al exterior y adaptar el exterior para sí
mismos, lo que da como resultado un vacío en sus vidas que intentan llenar con
banalidades, siendo éstas recíprocas con las estrategias de protección, creando
así un círculo vicioso inacabable. En la encuesta Nacional de salud mental
realizada en el año 2015 por el Ministerio de Salud se afirma lo dicho
anteriormente, ya que se registró que el 12,2% de adolescentes entre 12 y 17
años sufre de algún problema mental, siendo la depresión y la ansiedad
reportadas como las principales.
Finalmente,
es importante decir que la adolescencia representa una etapa fundamental. Es un
momento crucial de reconsideración de la
identidad del joven donde modifica la imagen de sí mismo; la originalidad debe
prevalecer pese a los percances, jóvenes resilientes, definan su identidad como
única y peculiar, dirigiendo su interés hacia la realidad, haciéndose más
objetivos, es decir, tener una vida “sana” viviendo en un medio “insano”.
Daylen
Flórez, 10-09.
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